Amparado en la futilidad
de las conversaciones cotidianas,
pienso dónde está lo que fui,
aquellas notas y miradas
de quienes un día conocí.
Dónde están las calles de mi infancia
donde aprendí
y los primeros versos que escribí.
Y dónde están los libros que leí,
mis novelas preferidas
y las que perdí.
En qué estarán las palabras
que un día te escribí,
mis versos que de aire
se fueron a dormir
en alguna cama
de un calle donde viví…
Todo está difuso en mí:
mis primeros pasos
y mi escuela infantil;
mis profesores rectos
y mis sueños de abril.
Todo mi pasado recorrido
en unas líneas que compartí
para decir que de un niño
a un hombre me convertí.