Ayer amaneció y mi
Buenos Aires atardeció,
con ese gris querido,
siempre te volveré a ver,
tristeza que solo fecunda
esta antigua ciudad nueva...
poblada por un cielo tan
colonizado de seres,
domesticados, sin fundamentos,
quienes acometen y cometen
su furia de tormenta...
Llenos de claros deseos...
Llenos de deseos sin luz y
de esperanzas negridas*...
Melancolía o atronación feroz,
serenamente desmedida...
Ayer celebro la ciudad
su consagración de desdicha,
mientras el firmamento
se anunciaba oscuro y el
sol esperaba en los restos,
de unos retazos de viejos
trapos (flameando)...
Que sé yo... Pronunciar a la palabra,
que no taladre voluntades, ni dinamite
el agite en extinción de nubes tristes...
Habría que templar el espíritu, clarificar las ideas, derribar corrupción, descentralizar decadencia....
Ayer celebro Buenos Aires,
su insolente cobardía de
Sur
de fuego apagado...
Hernán J. Moreyra