La Estética No Llena La Nevera
Al final del día,
cuando el cielo se pone cursi
como influencer sin likes,
me da por pensar
que la belleza es un lujo barato,
un perfume de feria
que te deja oliendo a fracaso.
La gente suspira ante el mar,
pero a mí me parece
una piscina gigante sin cloro,
un screensaver gratuito
que finge profundidad.
¡Ah, la pureza del azul!
Sí, castidad:
como monjas digitales
que predican santidad
y abajo venden carne pixelada.
Mis nervios chillan
como bocinas de bus pirata,
y yo, artista sin padrino,
no sé si abrazar el horizonte
o mandarlo a la mierda.
Porque el arte es un duelo
donde uno grita antes de perder,
y la naturaleza, esa cabrona,
se burla de mi orgullo
como meme desechable.
Así que, belleza,
hazme un favor:
no me seduzcas,
no me tientes,
no me obligues a escribir otro poema
que la crítica aplauda gratis.
Déjame con mi hambre.