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Mirando el mar veo partir mis sueños
se van y dejan un sabor salado;
no importa si son grandes o pequeños
se van con las caricias que te he dado.
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Con qué ligeros pasos me abandonas,
dejando muy atrás todo lo hecho,
después de navegar por anchas zonas
y despertar mañanas en el lecho.
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Tu adiós me deja ver tan solo estelas
de espuma blanca, sobre un mar tejido
de recuerdos, que van arriendo velas,
y todas de la nave del olvido.
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Se pierde la mitad y más querida
de la parte más dulce de los dos;
te llevas, de mi vida, media vida
y yo solo me quedo con tu adiós.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.