Que le pasó a esa flor que presumía
de hermosura y buenas cosas, siempre
le daba los buenos días y ella sin respuesta.
Como soy un hombre sencillo me hacía sentir
muy mal su frialdad.
Hoy la veo pasar y que pena me da
porque ya no presume de nada y su
buenos día los tengo a diario, motivo para
siempre rogarle a mi Dios que no borre de
mi la humildad y la sencillez que llena
mi corazón de felicidad.