Hoy la tristeza vuelve a hablar
conmigo.
Tu recuerdo de nuevo empieza a
invadir mi mente.
¿Qué estará pasando en ti ahora?
Siento envidia de lo que pueda ocupar
tu pensamiento.
Merezco tan poco y sin embargo
quiero tanto.
El simple hecho de pensarte es para
mi una religión,
una necesidad de llevar a mi mente lo que siente el corazón,
lo que dicta el alma.
Ahora es demasiado tarde para
olvidarte.
Jamás lo podré lograr
y tampoco quiero hacerlo;
no se puede olvidar lo que me ha
dado tanta fuerza de existir,
lo que ha significado tanto para mí.
Me siento solo. ¿dónde estas tu?
En que lugar estará situado tu
hermoso cuerpo
de diosa y de mujer.
La más mundana diosa de los reinos.
El más divino ser de mis recuerdos.
Me cuesta tanto despertar
después de sumergirme en tu mirada.
Pero ¿Por qué me suena esto a despedida?
Si entre tu y yo jamás habrá un adiós.
En todas mis mañanas yo te veo
haciendo que yo pierda la razón.
15 dic.1997