LOURDES TARRATS

Bobby (A mi hermano, al que aún busco en el viento)

Bobby
(A mi hermano, al que aún busco en el viento)

Te fuiste
como se va la juventud por la ventana abierta,
como huye el amor por una grieta del alma,
como el tiempo que no se detiene a despedirse.

La muerte te llevó
como el río arrastra una flor sin preguntar su nombre,
y quedó olvidada
la promesa de una dicha que buscabas
bajo cielos turbios y calles sin destino.

¡Oh, hermano mío,
de mi carne, de mi alma,
único amigo en la melancolía
de aquellos inviernos sin fuego!

Jugábamos a volar
con alas de papel y sueños prestados,
pero tú fuiste el primero en saltar.
Y yo me quedé, contando tus pasos
en cada sombra de la casa vacía.

Las agujas que prometían alivio
eran puñales disfrazados de escape,
y el cielo que buscabas
te tragó sin devolver la luz a tus ojos.

Ahora solo quedas en las fotos
y en la voz de quien aún te nombra
como si con súplicas pudieras regresar.

Yo, tu hermana, tu reflejo,
te escribo para no olvidar el sonido de tu risa,
para que el silencio no te trague entero,
para que la muerte no te borre del todo.

A veces sueño que me visitas
con los bolsillos llenos de estrellas robadas,
y me dices que allá no hay dolor,
pero yo sé que mientes,
porque aún lloras en mi pecho
como entonces,
como siempre.

Te fuiste,
pero algo tuyo se quedó:
un hueco que no llena la poesía,
una espina que canta en mi voz,
una ternura que me arde.

Y cuando miro al cielo,
no busco consuelo:
te busco a ti.

Y entendí —al fin—
que no todos los que se van mueren,
ni todos los que quedan están vivos.

Que hay presencias que caminan en la sombra
y ausencias que duelen como luz.

Que tu nombre, Bobby,
ya no es solo el de un hermano,
sino un sello sagrado de lo que el amor no quiso perder
ni siquiera ante la muerte.

—L.T.