La frase broto de un alma perdida:
¨Me das permiso para enamorarla¨.
La mujer sonrió y un coro de ángeles
canto un aleluya inaudible.
A carcajadas, un lucero brillante se rio
en los confines del universo y una trama
por dioses picaros se puso en movimiento
para mover cielo y tierra, de que en un atardecer
unos labios besaran de improvisos otros labios
y dos cuerpos se estremecieran en un vaivén de
sensaciones hasta ese momento desconocidas.
El amor ya había surgido ante en esa alma perdida
y ese beso no solo lo estremeció como un rayo a un
árbol moribundo.
Luz y alegría como duendes bailarines
saltaron por sus pechos.
Cuantas ansias, cuantos soles explosionaron para
llevar calor y luz a esa alma perdida, en su universo frio
y sin vida.
Puede acaso una estrella apagarse sin que todo
muera a su alrededor?
Puede acaso un amor nacido
de dioses morir sin que todo se apague a su alrededor?.
Un amor nacido de la picardía de los dioses no muere
y en cada beso que estremece se renueva cada día,
aunque demonios traviesos e incapaces de amar lo quieran destruir
ya el alma no esta perdida sino anclada en el alma que con
sus besos le lleno de luz y alegría.