CON LA VENTANA ABIERTA
Por la ventana se colaba la canción de moda,
que era italiana, desde una radio vecina
cuando el día parecía ofrecer nuevas
posibilidades, expectativas curiosas,
tal vez porque el sol
lucía alegre, y porque los tiestos con flores colgaban
por la parte de fuera
y repartían también una alegría
dinámica y poco frecuente
por encima de la calzada. Maruja amaba el sol
de la primera hora y los picos montañosos
que se apreciaban desde la larga distancia,
y a su esposo excombatiente, con un brazo de menos
pero todavía con mucha vida.
Y amaba también el extrarradio salpicado
por olmos y por moreras
de lustrosas hojas, y gozaba,
como principal predilección,
de las ventanas abiertas,
aunque dejasen correr el airecillo helado
que se ponía a soplar
en el momento justo en que ella desayunaba.
Gaspar Jover Polo