Mi corazón es un jardín sembrado,
una tierra de nobleza y de paz,
donde tu amor, cual flor, ha germinado,
y el tiempo nunca lo podrá borrar.
No necesita un suelo preparado,
pues tu ser es el campo más audaz,
y en tu sonrisa el sol se ha posado,
para nutrir la fe que das.
El verdadero amor escucha el eco
de un susurro en la fe ya comprendida.
No se hace sordo, ni ciego,
a la luz de tu verdad prometida.
En la certeza encuentra su sosiego,
en tus ojos la savia de mi vida.
Se aferra a un plan, pide un ruego,
y solo quiere tu alma amanecida.
Es un don que me ha llegado del cielo,
una ofrenda a la que el alma se entrega.
El amor es mi paz, mi único anhelo,
la certeza que a la calma me eleva.
Es el calor que llega sin consuelo,
el pulso que a la vida me lleva.
Y sana mi corazón, sin ningún duelo,
con la fe que la verdad nos entrega.
Tu amor no se aleja de la devoción,
de la luz que al mundo le has dejado.
Se nutre de tu alma y tu vocación,
de un espíritu que ha madurado.
Se preocupa por la perfección,
y por ser un fruto bien labrado.
El amor es la herencia sin razón,
el alma que me ha resucitado.
Es la fuerza que el bien lo cultiva,
y el germen que en mi alma anida.
Busca la vida que es alternativa,
es la única razón por la que he vivido.
Tu amor es la fe que en mí se aviva,
es la herida que siempre ha sanado.
Es la búsqueda que al fin se alivia,
y el espíritu que nunca se ha ahogado.
Tu amor florece con la luz,
en la aurora de un noble desierto.
Es la sombra que lleva tu propia cruz,
el milagro que ha roto el secreto.
Es la pureza sin disfraz,
la verdad que el destino ha escrito.
Y prefiere la paz, la luz, la calma,
al amor que ha sido bendito.
Eres un fruto que he de recoger,
la gracia que al corazón le abraza.
No eres la espina que me hace caer,
sino la rosa que mi alma le traza.
Eres la búsqueda que ha de tener
la respuesta que el cielo me traza.
Y solo busca crecer y florecer,
buscando la calma que nos abraza.
Tu amor es el camino trazado,
la promesa que he de cumplir.
Es el inicio, el valor sin recado,
la vida que he de vivir.
Es mi alma que se ha perfeccionado,
y se entrega a tu luz y a tu raíz.
Y solo busca el corazón bien sembrado,
para ser dichoso y feliz.
Tu amor es la calma que sana y nos une,
la promesa que el destino me ha dado.
Es el inicio que al final me une,
es el valor que me ha cautivado.
Eres la verdad que mi alma me une,
eres la fe que me ha salvado.
Eres la vida que mi alma prefiere,
la esperanza que me has dado.
Así eres tú, mi dulce perfección,
la calma que mi alma ha de sentir.
Eres la fuerza que alienta la razón,
el destino que me hace vivir.
Eres la paz con fe y con devoción,
el milagro que me hace vivir.
Eres el encuentro de una devoción,
que se niega a florecer en la oscuridad.