Ya no te buscaré…
ya no tiene sentido seguir detrás de una sombra
que se esconde en mis recuerdos,
que deja cicatrices en mi pecho
y un aroma que todavía me persigue.
Fui detrás de ti tantas veces,
con las manos llenas de disculpas,
con la voz quebrada en perdones
que nunca supiste escuchar.
Pero hoy, mis palabras se secaron,
mis argumentos se desgastaron como piedra en el río,
y entendí que lo nuestro se convirtió en ruinas
que sólo yo trataba de reconstruir.
Me desprendo de tu cuerpo,
del calor que inventé en tu piel,
de esas noches donde juraba que éramos eternos
y que hoy sé… eran un espejismo prestado.
Ya no te rogaré.
Perdí mi tiempo mendigando un regreso,
gastando mi energía en convencer a un corazón
que nunca quiso quedarse.
Sí, me equivoqué,
pero ¿quién no se equivoca en esta vida?
Lo nuestro se rompió,
pero tú usaste ese error como pretexto perfecto
para escapar.
Y me quedo pensando…
quizá ese no fue el verdadero problema.
Quizá tú nunca me quisiste.
Quizá tus besos eran máscaras,
y tus caricias un teatro improvisado
donde yo era el único que creía en la función.
Quizá en mí sólo buscabas
el placer de un rato,
un refugio momentáneo
mientras tu alma ya soñaba con otras manos.
Por eso me voy.
Por eso ya no te buscaré.
Camino lejos, con los pies cansados,
con el corazón roto pero todavía latiendo,
con las dudas mordiéndome el alma
y con la pregunta que jamás tendrá respuesta:
¿De verdad me amaste alguna vez…
o todo lo
nuestro
fue solamente un engaño disfrazado de amor?