Muriendo por verte,
así estoy, con mi ansiedad indomable
trepando las paredes de mi alma,
y este cielo que ha estallado sobre mí
desde que tus mejillas ardorosas
se fueron diluyendo en la distancia,
felizmente tengo tu abrazo de invierno
de sabor salado en aquella carretera…
Hoy te quiero amar desde aquí,
desde mis adentros que parece
torre abandonada que acaricia el mar,
es que desperté con deseos de tenerte,
de quedar dormido al mismo tiempo que tus ojos,
de que la punta de mi lengua beba tu frenesí
y así cruzar océanos sin tiempo ni brújula
y que tu barca sea la mía en todos lados
donde nos amemos bajo todos los cielos.
©.