Como el sol, encontrarte
aviva en mí soñarte.
Con el alma abierta voy,
te confieso lo que soy.
Mi entrega es honda y sutil;
frágil toda, sin perfil.
Familiar tu risa en mí;
me alegra que estés aquí.
Mujer, ahora, al pensar
en tus labios, late amar.
Entiendo tu tiempo fiel;
con cariño aguardo en él.
Me entrego al tiempo, sin prisa,
hasta el día en que me avisa:
que en mis sueños me visitas
y, en mi noche, ya habitas.