El monstruo no me ha soltado.
Aún lo siento arrastrarse bajo mi cama,
su respiración gélida empaña la luz que se cuela.
Me escondo, una niño diminuto,
atrapado entre sábanas que huelen a terror.
Nadie estuvo para protegerme.
Mi infancia se riega por mi cara.
Hay una risa que en mí se ha escondido.
Mi piel se eriza de solo escucharlo
El monstruo me ha encontrado
Grito desesperado...!
¿Dónde está mamá? ¿Dónde está papá?
¿Acaso el olvido es su casa?
Un nudo, una soga en la garganta
que me ahoga en el camino a casa.
Tengo pesadillas de 25 años,
y cada una es un pedazo de mi alma que se va.
Día y noche hábito un cuerpo
que fue forzado a ser un extraño.
Y el tiempo no sana,
solo profundiza la herida que me ha hecho.
m.c.d.r