Las Huellas
Ni con el sudor dejó en maltrecha las huellas,
las huellas quedan intactas en guantes de acero,
sí, por dentro de los guantes,
el individuo sin saber ni sospechar,
dejó sus huellas impresas y más en el alma,
y sin imaginar ni pensar él investigó,
y volteó a los guantes y, sí, que allí estaban las huellas,
las huellas impresas en guantes de acero,
y sin oxidar el alma ni las huellas las dejó intactas,
y creyó que nadie se daría cuenta zozobrando en el mal acto,
de un sólo mal porvenir cuando se difundió la culpabilidad,
y el asesino quedó en maltrecha como sus propias huellas,
y tan impresas como intactas son las únicas huellas,
que dejan al descubierto el residuo de un acto tan indecoroso,
como devastar a su propia alma de un pecado inmortal,
como lo fue el acto de asesinar dejando las huellas en real…
Sin Temblar el Pulso
Él no hizo temblar al pulso,
cuando mató al ego una vez,
y la egolatría quedó en un sólo mal impulso,
una vez se dijo él,
¨sin temblar el pulso¨,
y tomó el arma letal,
y tan inmortal,
y se dijo una vez más,
¨sin temblar el pulso¨,
y él mató como se mata el ego,
cuando corrompe el alma,
y colocó el arma letal en la sien,
y cien veces le sucedió lo mismo,
y sin temblar el pulso,
mató a su propia voluntad,
¿y quién quedó en libertad?,
pues, su ego y riéndose de él mismo…
Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez
Seudónimo: EMYZAG