Hoy torné a errar el sendero,
hallándome en la tormenta,
y en mis pasos lastimero
se enredó mi alma incierta.
Volví a turbar lo sencillo
con mi torpe desventura,
y puse en sobresalto
a cuantos mi sombra apura.
Hoy mendigué el auxilio
de mano desconocida,
y di gracias sin tregua
tras cada nueva caída.
Perdón pedí mil vegadas
con voz quebrada y doliente,
mas aún mi pecho aguarda
la calma del día siguiente.
Empero logré conquistas
que ayer juzgué imposibles,
salí de mis desaciertos
y hallé sendas apacibles.
Torné al hogar seguro
donde el yerro se perdona,
y en su regazo puro
toda culpa se abandona.
Cerré la cuenta amarga
de disculpas y mercedes,
que el olvido todo embarga
cuando el alma se aquieta y cede.
Hoy me quité los zapatos
del caminar fatigoso,
bebí agua en largos tratos
y hallé mi bien reposo.
Escribí versos al viento
y dejé vagar mi mente,
que ya pasó el tormento
y mañana amanece.
Sí, todo lo he vencido
con paciencia y esperanza,
que el yerro, ya rendido,
cede ante la confianza.
Mañana será otro día
de nueva luz bañado,
y esta pena que me guía
será sueño ya olvidado.