No hubo portazos...
solo el eco tibio de las palabras que dejaron de buscarse.
Las manos aún se rozaban, pero ya no se reconocían.
El tiempo, paciente...
fue borrando las huellas hasta que el NOSOTROS se volvió un pronombre extraño.
Las miradas aún se encuentran,
pero ya no se abrazan.
Ya se siente tu indiferencia
a pesar de que tus labios me siguen diciendo un Te Amo.