Pisionero de su niebla,
atado al humo y al pulso de su existencia.
Sé que me quema,
que no la necesito,
que cada chispa de su veneno
me aleja de mí mismo.
Y sin embargo…
sé también que me acaricia,
que me hace temblar de vida,
que la necesito ahora.
Ahora mismo.
Podría ser un poema hermoso,
pero es una plegaria,
un grito horrible
para dejar atrás la sombra
que llama la niebla.
Sergio Alejandro Cortéz Poeta