Las gallinas cloquean en los gallineros
españoles, escarbando sus heces
esparcidas en las pajas resecadas
de los campos segados por las hoces.
Los peces saltan fuera de los estanques
españoles, abriendo, en bocanadas
angustiosas, las fauces que desertan
de la escoria excretada entre palenques.
Las águilas no patrullan los cielos
españoles, posando la rapiñada
carne, carroña pútrida, en nidos
de infectos y escuálidos polluelos.
La suciedad me invade con hedores,
fácilmente los detecto y reconozco
y quiero rociarme con perfumes
borrando mi inquietud por sus poderes.
De mis ojos brotará agua fresca y limpia
que renueve los estanques españoles;
de mi boca saldrá el viento purificado
que lustrará los nidos españoles,
mis manos repondrán con briznas nuevas
los sucios gallineros españoles.
Sólo la determinación de las conciencias
devolverán la pureza a la política
devastadora, prolija y sin justicia
que asola tierra, agua y aires españoles.
JOSE ANTONIO GARCIA CALVO