No cedas, alma fuerte, nunca,
aunque el abismo se desgrane,
aunque la senda sea dura
y el fuego en ti se deshaga.
Descansa un breve instante,
pero alza luego el vuelo,
que el sol tras la tormenta
despunta siempre en el cielo.
Cuando el miedo te envuelva,
y la angustia te esclavice,
cuando falte en tu barca
el viento que te delice,
recuerda: la esperanza
es faro y es centinela,
que brilla en la noche oscura
y ofrece luz que consuela.
La vida es lucha extrema,
es batalla sin descanso,
caídas que enseñan,
caminos con sus llamados.
Mas el héroe valiente
camina con firmeza,
y en cada tropiezo encuentra
la llama de la empresa.
No te rindas, en lo lento
del avance persevera,
pues tras cada sombra densa
la luz próxima se espera.
El triunfo es la sombra
que al fracaso da sentido,
la voz que al corazón dice
“sigue, que ya has vencido”.
Despierta, alma guerrera,
y viste tu coraje,
que solo la constancia
funda el sueño y el viaje.
No abandones el pulso
de tu lucha verdadera,
que el que vence la tormenta
cree y abraza su quimera.
No te rindas, no desmayes,
aunque duela la herida,
pues al que se mantiene firme,
la vida le es concedida.