Cuervos, vosotros que hacéis el cielo más blanco, que el universo del dolor,
vosotros que hacéis temblar las flores
y escapar de los jazmines un suspiro.
Cuervos que la leyenda os ha vuelto
más negros que el abandono,
más oscuros que los pozos
donde se ahoga el alma.
Cuervos que pasáis como el tiempo
entre mis páginas
y os bañáis en sus márgenes sin pudor.
Que seáis oscuros, casi azulados,
que no seáis queridos, eso lo sé,
pero lleváis memoria,
sois cabezotas;
dicen que nadie os quiere como mascotas.
Cuervos de carne y pluma
sobre mis sueños,
y un azul tintero que osa
robar a escondidas vuestro color.
Cuervos que con vuestras plumas
se esconden los aguaceros
y no vais jamás allá, en alta mar.
Sabag, palabras escapándose