La palpé, impávida faz dulzona,
de perlas en los ojos coronada,
mientras su piel sudaba la tonada
con que mueve instintos en persona.
Fui contándole sobre mi casona
y cómo le salvé de asonada,
pues ella es refugio de la nada,
porque, como se siente, se razona.
Escuchando, parecía angora
que al viento su figura tornea,
en medio do los mitos del ágora.
De repente, haz lustró mi córnea;
sospeché de una flor mandrágora,
¡ay! si era su risa ebúrnea.
Ryan Pires ___✍🏽©