Cada mañana despierta una luz nueva,
como un suspiro que dice que todo puede empezar.
El sol rompe la noche y los miedos se alejan,
dejando espacio para la esperanza y los sueños.
Las sombras de ayer se deshacen lentamente,
y cada rayo ilumina lo que parecía perdido.
El viento trae susurros de calma,
y en cada hoja que baila siento que todo es posible.
Aunque la vida sea dura y los caminos confusos,
el amanecer me recuerda que siempre hay un comienzo.
Que cada día es una oportunidad,
una promesa de que el corazón puede volver a brillar.
Los pájaros cantan como si supieran un secreto,
y en sus voces descubro que la alegría puede renacer.
El cielo se pinta de colores que no existían ayer,
recordándome que siempre hay belleza por descubrir.
Así, entre luces y sombras,
aprendo que cada instante guarda su magia.
Que incluso después de la noche más oscura,
la vida ofrece un nuevo comienzo,
y que siempre podemos encontrar razones para sonreír.