Pintura de Roberto Lewis
Penas que van, que vienen,
que desgarran la médula del sueño,
que dejan su sombra en la almohada
y hacen del día un espejo turbio.
Penas que se sientan en la mesa,
que beben de la taza del silencio,
que fuman en el aire
y me devuelven el humo de mis dudas.
Preguntan por qué la luz no basta,
por qué el sol no enciende la ternura,
por qué la luna es solo un ojo pálido
que me observa sin decir palabra.
Penas que suben y bajan
como pájaros de alas rotas,
que susurran en mi oído
canciones que nadie se atreve a cantar.
A veces traen frío,
a veces son brasas que arden bajo la piel,
y yo camino con ellas
como quien carga un río en los hombros.
Me golpean en la frente,
me arrancan la certeza de los labios,
me cuestionan el milagro de existir
y aun así me dejan de pie, temblando.
Penas que van, que vienen,
que se acuestan conmigo
y despiertan en mis ojos,
mientras la vida sigue,
con su danza de espejismos,
con su coro de preguntas sin respuesta,
y al final me descubro vivo,
porque en el dolor también arde la llama.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025