Eres mi cuna tejida de junco
En cuya cabecera de ceiba frondosa
Percibo el olor de la pepita tostada
En el calor del mediodía me arrullan
Entre trinos de azulejos y torcazas
Las voces de los abuelos repitiendo historias:
Cada vez que poses tus plantas desnudas
En el suelo donde los nuestros descansan
Penetrarán en ti los espíritus que forman
Ésta tierra donde transita tu alma
Los que no conociste pero sientes
En el bordado de tu huipil de mestiza
En el maíz tierno al cocerse en el barro
En la selva al despejarse las sombras
No es que recuerdes pues nunca se van
Porque en tus genes los tienes grabados
Podrás negarlos mas no extirparlos
Podrán a museos relegar los rebozos
Tocar los tambores sólo en fecha precisas
Podrá no haber albarradas ni pozos
Pero sí piedra y agua, y pájaros y melodías
La piedra, el agua y la música
Que se entremezclan en un ritmo invisible
y te estremece cada vez que te alineas
En tu piel, tus oídos, tu gusto y tu tacto
Eso que percibes y amas sin explicación
Eso es lo que llamas “la patria”