Tan grande fue mi amor, tan desbordado,
que en su furor me convirtió en hoguera,
pero tu corazón jamás me ha amado,
y así me consumí de forma entera.
Encendí con mi fe cielos oscuros,
queriendo ser tu sol, tu eternidad,
mas vi en tus ojos muros tan seguros,
que ahogaron mi esperanza en soledad.
El fuego me devora y me desangra,
mi cera cae cual lágrimas sin fin,
y cada llama rota se me clava,
matando en mí la fuerza de vivir.
Hoy solo queda un humo que condena,
la nada que dejó tu indiferencia,
mi amor gigante fue cruel sentencia,
y me apagó por siempre… como una vela.