Muchas veces he dicho
que por más que duelas
y en la distancia te nombre,
aún te recuerdo
cuando duele tu ausencia.
Tal vez las flores
de septiembre
puedan enviarte este poema
y la primavera
te bese en los ojos
con un nuevo amanecer
tan bello con aquel
nuestro querer,
que un día se fue,
cómo me fui yo,
que se quedó,
cómo te quedaste vos,
que sigue siendo amor
aunque estemos lejos
los dos.
Que me digan cómo hacer
los que saben de esta ciencia,
cómo hago para curar
ésta, tu dolorosa ausencia.
Hoy, quisiera ser río,
y poder ir sur abajo,
quisiera ser peregrino
conocedor de atajos,
quisiera ser lluvia
para mojar tus campos,
llegar hasta vos
con algún payé,
sonando en tus oídos
como un chamamé.
Cómo te extraño, alma mía,
cuánto me duele tu ausencia.