Entre un 6 y un 9
Dos hombres se miran frente a frente,
y ante ambos un mismo número está presente.
Uno defiende un seis con mucho fervor,
y el otro sostiene un nueve con igual ardor.
No es que los números pretendan engañar,
pero a veces los ángulos pueden distorsionar.
Por eso la perspectiva debemos considerar,
y con profunda empatía lograremos avanzar.
Pero si las voces se alzan, sin querer oír,
la terquedad sin duda los va a dividir.
El error es no aprender a escuchar,
ni atreverse, por orgullo, a cambiar de lugar.
Lo que creemos no siempre es verdad,
pues depende del ángulo y la realidad.
Un seis o un nueve, sin ser error,
nos enseñan a comprender con más amor.
Laura Meyer
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