JacNogales

Hijos de dios. (Libre)

Hijos de Dios.

(Libre)

 

Vestía diferente. Hablaba diferente.

O eso creía.

A veces te rociaba de su vivaz simpatía para subirte a su nube del deseo que,

era tirada por seis corceles blancos, puros y elegantes.

Te iluminaba los rincones indigestos

para darte un chispazo de vida en el castillo del estómago.

Era un halo de éxtasis aromatizado.

Era una cantaora de serpientes;

te cantaba exquisitas hechicerías con sus ojos intensos de una fugaz mirada.

Si sonreías, ya eras bienvenido al club de los sumisos.  

Aunque también se le daba bien ser una encantadora de serpientes,

de las venenosas,

ya que posee esa misma substancia tóxica

que excoria las neuronas de cabo a rabo.

Sus atuendos eran parte de su carne. Su carne, parte de sus atuendos.

Radiaba rabiosamente bella.

 

Otras muchas veces;

te daba un hachazo con la mirada,

para escupirte severa arrogancia, a lo Manolo.

Es su manera de anunciarte el fin del mundo.

En su otro lado, era una mariposa sin alas, sin colores, sin destellos,

con ese posar sin donaire.

 

¡Y qué insensible!

Píchale tranquilamente, qué no le sale ningún fluido de color rojo

por ninguna parte. Sin partes.

Muy posiblemente le salga un chorreo de risas sardónicas de las venas.

Normal, para los que no saben dar forma a la ética, honestidad, empatía

ni a la fe ni valores.

 

Es otra víctima que naufraga en su mar de lujuria.

Navega agitada y angustiada y cegada y trashumada

por mastodónticas olas que emergen de su océano de mentiras.

El bote va demasiado pesado. No tiene remos. Está sin timón.

Va a la deriva, como tantos otros barcos desesperados,

titubeando que dios le diga qué rumbo tomar.

Espera escuchar: “o todo o nada”.

Y qué sea ya. Súbito.

Si no, con un grito tormentoso, espera abrir las aguas del mar,

así poder tomar el rumbo que le salga de su,

¡uhm!, su contento y contenta, eso qué le da tanto gustito.

 

Sigue a la escucha…

… quizás sea el universo esta vez.

¡¡¡Y es que todos somos hijos de dios!!!

Amén.

 

Con dios.

O segurísimo con el siguiente de su apestosa lista.

Pena, penita, pena.

 

Adiós. Gracias.

 

 

 

 

 

 

 

 

—JacNogales—

José Ángel Castro Nogales

© Derechos de autor reservados

16/09/2025