Poema 4(α)
El tiempo avanza, borrando, destruyendo, matando nuestro amor y nuestra esperanza. Primero se van los ancianos y después los enfermos, aquella familia unida se va desvaneciendo. Nos resistimos, pero aceptemoslo: ahora somos menos.
Lo que permanece unido halla un nuevo y dulce camino. Y que dulce es habernos conocido. Que buena suerte entre todas las suertes haber coincidido, de entre tantas y de entre tantos mundos ajenos, porque ahora somos menos.
Pero el tiempo y la enfermedad a los lazos los quiebra y el dolor comienza a lacerar
la memoria de un tiempo que no sabrá regresar. Quedaron lejanos ya los tiempos donde hermanas y hermanos se sentaban juntos a celebrar serenos, porque ahora somos menos.
Yo mismo aún me aferro a los remansos de tales lazos, de tal unión y de la inocencia. El espíritu familiar se vuelve sombra de la creencia que una vez fue, dejando detrás su fría ausencia y grandes lamentos porque ahora somos menos.
Y lo que un día fue tan pleno, se torna en recelos, en sombras de oscuros venenos, se parten lazos, detenidos por implacables frenos, y en el eco del último adiós recordaremos que ahora somos menos.