LOURDES TARRATS

Telescopio o corazón  

Telescopio o corazón   

Cuentan las abuelas,
desde los tiempos en que la luna se peinaba en los charcos,
que la estrella que más brilla
es la que más lejos está.

La ciencia, siempre inquieta,
ajusta lentes, calibra distancias,
y con voz de certeza explica:
—Todo es relativo, todo es percepción.
No confíes en el brillo.
Ni en la melancolía.

Pero las abuelas no discuten,
solo suspiran.

Porque ellas miran distinto:
no desde un observatorio,
sino desde el borde de la cuna,
del fogón, del luto.

Los astrónomos tienen telescopios,
ellas tienen
corazones entrenados
en pérdidas, en partos, en adioses.

Corazones que aprendieron
que algunas luces
llegan cuando ya todo ha muerto,
y que otras, invisibles,
encienden la noche desde adentro.

Las abuelas lo saben:
el amor también tiene su física,
sus órbitas secretas,
sus eclipses.

Y a veces sus ojos cansados
ven más allá del tiempo,
más lejos que el Hubble,
más profundo que los años luz.

Porque han aprendido
que no toda estrella se ve
y no todo lo que brilla
alumbra.

Y yo,
que he heredado su forma de mirar,
ya no le pido a la noche certezas:
me basta un profundo deseo
para saber dónde empieza el infinito.

—L.T.