Luis Barreda Morán

Canto de Libertad

Canto de Libertad 

Dejé por fin de golpear con mis puños la fría puerta que nunca se abría, renuncié a suplicar con mis palmas tan firmemente unidas y selladas, abandoné la espera en esas habitaciones ya vacías y sin vida, cesé de forzar un amor que nunca fue mío ni me estaba destinado, y entonces algo cambió en el aire, un susurro profundo y callado.

Dejé de exigir explicaciones a un corazón que no sabía escuchar, y en ese gran silencio, un nuevo camino empezó a iluminar, fue entonces que volví la mirada hacia mi propio y olvidado ser, encontrando en mi pecho un jardín que yo misma dejé de regar, y sentí cómo mi espíritu seco anhelaba el dulce manantial.

Y así, con paso lento, regresé a mi hogar, que era mi propio corazón, me di la bienvenida con un abrazo tierno y lleno de compasión, me concedí el perdón por todos esos años de tanta ceguera, y descansé mi frente en el calor de mi propia y verdadera esencia, finalmente me llamé por mi nombre, reconociendo mi propia presencia.

Me hallé allí, en el rincón más simple y puro de mi alma, un poco más sabia, con marcas, pero completa y entera, me reconquisté con paciencia, con un cariño nuevo y renovado, y me poseí de nuevo, con la fuerza de quien ha despertado, sintiendo que por fin mi propio ser había reencontrado.

Y aquel encanto que siempre moró en mi interior oculto, dejó de estar cubierto por el polvo de mi propio rechazo, bebí de mis propias sombras y de mi luz, sin más reproches, y me levanté, entera, abrazando todas mis noches y mis días, decidida a sanar todas esas heridas que tanto me atormentaban.

Fue la alquimia de mi transformación, lenta y muy profunda, que rompió el capullo viejo donde mi alma estaba presa, y extendí mis brazos como si fueran grandes alas hacia el cielo, sintiendo por fin el viento libre acariciar mi nuevo vuelo, un vuelo que era sólo mío, sin ataduras ni dueño.

Y así emprendí el viaje que siempre debió haber sido, con la levedad simple de quien ya no carga cadenas, sintiendo cada latido como un canto de pura libertad, porque me pertenezco por fin, sin ninguna otra necesidad, y mi camino es ahora un campo abierto, en total claridad.

—Luis Barreda/LAB