Encajar en las personas…
para algunos, un juego fácil,
para otros, un laberinto sin salida.
Pensar que no eres suficiente
hasta olvidarte de ti mismo.
Moldearte para la sociedad,
vestir una actitud prestada,
actuar como si fueras tú…
cuando en realidad tu voz se ha ido.
Las palabras que callas
cavan un abismo en tu pecho,
un pozo que tú mismo construiste
para pertenecer.
Y haces cualquier cosa.
Por ser suficiente.
Por ser alguien que recuerden con cariño.
Pero la máscara pesa.
La personalidad prestada se agrieta.
Te pierdes en la duda:
¿Amo lo que hago…
o amo el sentimiento de encajar?