Camino con zapatos de cristal.
Cada paso puede hacerlos estallar,
y las esquirlas, mis pies, taladrar.
El camino lleno de piedras está.
Las golondrinas ya partieron,
quedando atrás, como el humo
de un brasero sin aire que avive su fuego.
Borracho de miedo, pido a Dios
que bendiga el suelo que no me atrevo a transitar,
y tapar la culpa bajo consuelo.
Es un castigo sin sentido quizá,
por todo lo exigido; nada robado: todo mío.
Con un miedo amargo como el veneno,
doy mi primer paso; cubro de plumas el sendero.
Así caminaré en silencio, con cuidado de no despertar
al viento—que se lleve las plumas y mi aliento.
Rubén Romero Toledo © 2025 todos los derechos reservados