En la costa se alzó gran clamor
y estrépito, el corsario llegó con fuego
y alarido; los hombres valientes,
de corazón bendito,
se lanzaron al mar con ánimo decidido.
Salvador, el esclavo, se enfrentó
al enemigo,
y en su mano valiente
el hierro fue testigo;
la fe y la justicia triunfaron
aquel día,
la patria celebró
con honra y alegría.
Estrofa del poema Espejo de Paciencia,
De Silvestre de Balboa.
Supe de este poema por primera vez en París, por la compra de un pequeño librito con portada en castellano, este hecho fue el que me llamó la atención y también que lo adquiriera a un vendedor de libros callejeros, a ras de la acera y en un mercadillo público. Desde el día en que empecé su lectura, sabiendo de su contenido y principalmente del autor, Silvestre de Balboa, no he dejado de buscar sobre este poema y más en concreto de su autor; esto fue en París en 1977, han pasado 48 años.
Silvestre de Balboa nació en Las Palmas de Gran Canaria, isla de Gran Canaria, en el archipiélago de las Canarias (África). Fue bautizado (cristianizado a la fuerza como todos sus antepasados desde la expulsión de los moriscos de España) el 30 de junio de 1563 – cuando aún se perseguía a los judíos, árabes, moriscos y otros por la Inquisición -, en una pequeñita parroquia en lo que en aquellos años era el barrio histórico de Vegueta, hoy ya en la llamada Bajada de San Nicolás, actualmente fuera del Barrio de Vegueta. Con 23 años viajó con su madre a Cuba, su padre había fallecido un tiempo antes.
Este poema, escrito en 1608, está considerado la primera obra literaria cubana cuando su autor tenía 45 años, lo escribió en lo que en aquel entonces era Puerto Príncipe, hoy Camagüey y está compuesto por 1300 versos; cuenta un hecho verídico de la historia de la Cuba entonces española y que fue la detención del obispo de Cuba Juan de las Cabezas Altamirano por el corsario francés Gilberto Girón; fue un esclavo negro, Salvador Golomón el que libera al obispo a la vez que mata y le corta la cabeza al corsario Gilberto. De este poema escrito en 1608 apenas se sabe nada en los años posteriores hasta que es encontrado en 1836, más de doscientos años después, por el historiador criollo José Antonio Echeverría (Etxeberria) que lo encuentra en los archivos de la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana y fue publicado por primera vez en la revista El Plantel y fue ésta la manera en que se dio a saber de él públicamente y por primera vez lo que hizo que se convirtiera en fundacional para Cuba.
Lo que yo he tratado, y conseguido saber, es cómo llegó este “documento” al lugar en que fue descubierto. La casa en que vivió fue demolida por mal estado y en este acto de demolición y destrucción fue en que fueron hallados estos papeles, y otros, con este poema, pero, ¿Dónde estaban que no fueron vistos ni retirados o sacados antes?: Lo encontraron envueltos en paño de lino y escondido dentro de uno de los muros que hacía de pared de la casa en que vivió Silvestre. Leyendo, hace años, un artículo con título de “Cierto olor a oquedad”, de no recuerdo ya qué escritor, leo que en la España musulmana los moriscos, árabes, judíos e incluso bereberes al sentirse vigilados y perseguidos por la Administración de los Reyes Católicos, la Iglesia y la Inquisición escondían en los muros de sus casas, en los bajos del suelo y en los espacios de entre los techos bajo los tejados el único legado que les quedaban de sus antepasado: la Lengua. Siempre me he preguntado si Silvestre de Balboa aún habiendo en Canarias, así como creo que sus padres y abuelos no llegaron a las islas huyendo de la Inquisición y otras instituciones españolas de la época. Digo.