El mundo es un laberinto
y se ha vuelto un manicomio
sin haber un nosocomio
que lo vuelva muy distinto.
Hoy el mundo es un recinto
donde no existen corduras
¡Ay matanzas, qué locuras!
La esperanza está cohibida
pues no importa ni la vida
del anciano o las criaturas.
La locura se ha esparcido
y se ha vuelto vagabunda
si la muerte es la que abunda
con su llanto enfurecido.
¿Y el «derecho»? ¡Está escondido!
¿La «justicia»? ¡No aparece!
Como el sol, desaparece,
en la noche y su oscurana.
¿Qué será de aquí a mañana,
de este mundo que fenece?
En un mundo con violencia
cuesta ser un pacifista;
pero no pierdo de vista
que se vuelve una exigencia.
Y la paz cobra vigencia
porque siempre es un derecho
en un mundo que maltrecho
poco importan ya las vidas
con las guerras fratricidas
que perviven al acecho.
¡Muerte al odio y las mentiras,
basta ya de tanta muerte
que quien mata no es más fuerte,
sino esclavo de sus iras!
¿Quién prefiere más las liras,
que el efecto de misiles
que asesinan a civiles?
¿Quién si entiende hoy es capaz
de exigir mejor la paz
y que callen los fusiles?
En un mundo tan atroz
que la muerte está de moda,
si es que a muchos incomoda
es preciso alzar la voz.
¡Canta y canta Torogoz,
canta y canta convencido
tu derecho a… ¡haber nacido
y al respeto de la vida
con justicia establecida
como siempre lo has querido!