No cuentes con los dedos de una mano
las veces que perdimos la cabeza,
dejemos en empate aquel verano
y en manos del olvido la certeza.
No quiero disfrazar de partisano
al odio que dispara con torpeza:
ni tú vas a ganar, ni yo te gano;
tomémonos, mejor, una cerveza.
No es fácil aprender de los errores
si siguen circulando las afrentas
dejando en doble fila los rencores.
Tenemos corazones de reventas:
al tuyo no le caben más amores;
al mío no le salen ya las cuentas.