Le recojo los frutos
Manuela la campesina
en su casa me alojó,
tres días pasé durmiendo
y nadita me cobró.
Manuela, señora mía,
¿cómo te puedo pagar?
sí dinero yo no tengo
y te has de alimentar?
Manuelita, te propongo
y espero que me lo aceptes
que, en lugar de los tres días,
me dejes estar otros siete.
Te recojo bien los frutos,
ágil limpio el cobertizo,
te apresto tu burro viejo
y hasta el fogón te lo atizo.
Manuelita agradecida
al negro responde: ¡listo!
pero quiero que también incluyas
regarme este manojito.
¿Cómo puedes, tú Manuela,
creer que olvide tal cosa?
y hasta puedo yo con gusto
sembrarte el palo de rosa
Remajearte también quiero
tu linda mata de iraca,
cortar la crin del caballo
y acomodarte la estaca.
Llevar la cosecha al pueblo
y traerte el mercadito
abanicarte la espalda
y arreglarte ese gajito.
Han pasado doce meses
y el negro se acomodó
está muy agradecido
que hasta un niño le encimó.