El viento acaricia las manos marchitas,
y los árboles susurran promesas olvidadas.
Las flores de escarlatas se ahogan en silencio,
bajo el manto de la noche oscura.
La luna, con su rostro pálido,
se esconde entre las ramas frondosas,
y el mar calla lo que el viento grita.
Las estrellas brillan,
mientras la tierra sueña con lo perdido.
En el susurro eterno de la brisa,
se desvanece el eco de lo que una vez fuimos.