Porque no es lo mismo
vivir con certezas, que vivir en busca de compresión.
Con la convicción
de que uno muere
sin saber lo que viene
más allá del umbral.
Porque así debe ser,
y esto sí, por intuición.
Más allá de todas las hipótesis:
lo sagrado...
o quién podría decirlo.
Existir sin certezas,
es la ecuación más
perfecta que hay.
El motor invisible
que impulsa
el pensamiento
la razón,
y la intuición serena...
Frente al eco del
silencio,
donde irrumpe
el arte de lo
inconcebible.
Donde todo se entrelaza
en cualquier instante, plano o lugar.
Tanto aquí
en la Tierra,
como en este cosmos
en expansión...
donde todo ha de
hallar su sitio.
En una rueda que tuvo
su inicio
pero que gira a lo suyo, callada, bajo un cielo...
¡sin bordes ni final!