Que vaivén, de a ratos: sube y baja de sentimientos, dolor constante de amor.
Tristeza de paz, alma descorazonada.
Partitura con notas en griego, cuentos escritos por ciegos,
y almas sensitivas que lo único que sienten es placer.
Tanto tiempo esperándote para que seas de un rato; desperdicié mi tacto en unos brazos sin huella.
Pese a eso dejaste tu olor marcado en mi piel,
y mi dolor me carcome hasta ahogarme cada noche.
Qué triste saber que no tengo aquello
que un día supo —supuestamente— ser bello,
como una ilusión en un desierto.