En mi casita de campo, lejos del
bullicio,
dónde los autos y los ruidos no
perturban mi paz,
siento renacer mi alma, rodeada de
aire fresco,
en las montañas donde la naturaleza
es mi solaz.
En los días lluviosos, el trinar de las
aves
resguardándose de la ventisca es una
melodia suave,
el aroma a hierba mojada y el sonido
de los árboles
moviéndose al compás del viento
curan mi ansiedad.
Embelesada, me asomo a la ventana
y veo la cascada que cae del techo
uniendo el cielo y la tierra en un baile
de agua y luz, que me llena de alegría.
Cuando la tormenta se disipa, el sol
brilla
a través de las gotas de lluvia que
quedan,
y veo que la naturaleza se renueva,
con una belleza que me llena de paz.