El Amor Que Nace De La Libertad
Tienes un concepto tan distorsionado del amor, que imaginas sumisión donde solo hay un camino, yo te ofrezco un afecto que crece en silencio profundo, pero jamás seré la sombra que sigue tus pasos en el mundo, ni renunciaré a mi voz para alabar tu nombre.
No seré quien aguarde entre paredes calladas, entregando sueños y canciones a tus manos apresuradas, no repetiré las frases que tú quieres escuchar, ni me quedaré en tu casa sin poder volar, porque mi alma tiene sus propias alas.
Debes transformar esa imagen que guardas en tu pensamiento, o un día despertarás y hallarás solo el viento, aunque duela hasta el fondo de todo mi ser, tendré la fuerza para hacerte comprender, que no soy quien imaginas y puedo desaparecer.
No aceptaré vivir detrás de tu sombra, ni ser la compañera que todo lo perdona, no cantaré tu canción si no nace de mi pecho, no me rebajaré jamás a ser tu objeto, no soy la figura que pintas en tu mente.
No soy la niña que se apaga si tú te vas, la que vive de promesas y no mira más allá, la que cambia su rumbo por seguir tu voluntad, la que pide permiso para sentir libertad, yo tengo mis senderos y mi propia verdad.
Aunque se parta mi pecho en mil pedazos pequeños, y la noche se vuelva fría con tus desprecios eternos, sabré levantarme y marcharme con dignidad, porque prefiero la soledad a la falsedad, y no temo enseñarte esta realidad.
Nunca me verás suplicar por un poco de atención, ni mendigar caricias en tu corazón, no caeré rendida si decides irte, no seré la flor que se marchita si no la riegas, soy mucho más que esa figura que no crece.
No bailaré al compás de tus melodías ajenas, no seré la figura quieta y pequeña que refrenas, soy el río que sigue aunque tú no lo veas, la luz que no se apaga aunque tú no la creas, yo no soy esa mujer… soy quien elige y desea.
—Luis Barreda/LAB