Se levanta estrepitoso día,
con lengua suelta, sarna en el ano y mente vacía,
paradójico contradictorio fautor cínico sofista,
bajo cielo de tan descomunal absurdidad astronómica,
que de sólo escucharse me vomito y me da vértigo,
tierra cuál vacas coloridas vuelan con el esplendor del aletear de una mariposa,
promete paz y prosperidad con un gesto de su desconfiable, temblorosa mano,
tan sutil que siquiera se nota,
ofrece consigo la resolución de todos los conflictos y problemas humanos,
con sus \"específicas infalibles omnipotentes sublimes espléndidas eucráticas
\"pésimas\", digo, \"¡pócimas!\", y fórmulas\",
ultracrepidario desvarío sibilino paralogista,
evacúa y se saca de dónde ya sabes, estúpidas andróminas ridiculeces,
caudal de palabras sin sentido, que fluye logorreica-vacuidosamente,
su micciosa torrente,
fuentes de escorias, détritus, excrecencias verbales, e infinidad de heces,
y así, el típico fautor con logorrea,
como siempre nada más hablaba y nada más hacía,
sin cesar, sin sentido, sin ninguna débil señal de vergüenza,
con su biblioteca de palabras vacías,
que inunda el mundo con su mar de confluencia,
se supondría que solucionaría,
todos los problemas, desde la hambruna mundial, hasta la falta de ropa interior limpia,
que, con su lenguaje apórito, hasta el tope de la demagogia,
envuelve a la multitud de papel maché, estupefactos y engañados,
en su mente laberíntica de palabras sin fin y excretas aporías,
lo evidentemente cierto reflejase en infinitos espejos distorsionados,
y su fama se extiende, como pandemia de pseudociencia,
como sinuosa lúgubre fuente,
contagiando a millones con su verborrea, disoluble tan fácilmente y su alógica lógica demente,
influencia a todos tan vastamente, que llega a los mismos confines de la existencia,
y su nombre transformárosle en sinónimo de sabiduría absoluta y omnisciente,
¡pero qué repentino cambio!, pronto la multitud con ojos abiertos,
detrás de su traje elegante y corbata tal cual al sofista veía,
la sociedad hastiada, de tanto engaño y falacia,
fatigada de soluciones mágicas e infinitas promesas vacías,
se levanta con clamor y sin clemencia, en acto de rebeldía,
y descontento sin fin,
entonces, laberíntico demente fraude se encuentra en su propio laberinto, con su fatídico fin,
¿quien diría que a veces la verdad se sacrifica en el altar de la doctrina?,
¿quien diria que a veces la razón se asesina por la demencia divina?,
¿quien diría, que el sofista, en su fúnebre sarcófago ahora yace,
¿fue un hueco en su frente?, ¡que mal!, a quien le hace?,
¿quien diría, que así es como esta historia aunque parezca irreal,
la cierta y repetitiva historia a su final culmina?.