Sus ojos ya no lloran más, su mar de lágrimas, son sal y arena seca. Su corazón late acelerado, a punto de escapar de su pecho.
Si existe la tristeza infinita, Sujoud es ésa tristeza, la vive todos los días, cada segundo, cada suspiro, cada instante de su corta vida.
Sus ojos claros son dos estrellas con brillo desconocido, cuando musita su cuerpo palpita y sus manos tiemblan.
Con su vocecita susurra por miedo a que le descubran los cazadores de niños. Estos inhumanos disparan a mansalva, apuntan al corazón y la cabeza. Matan niñas inocentes, sonríen y festejan sus maldades y crímenes.
Sus padres murieron dentro de su casa, aplastados y quemados como periódicos viejos. Un avión plateado, soltó su descarga de bombas gigantes, con odio, fanatismo y furia.
Bombardean a nombre de la democracia y valores de europea, bombardean a nombre de los dueños del mundo. Éstos señores
Por Walter Trujillo Moreno, Berlín, septiembre 2025