Se me acumulan los libros
en la estantería
cual alquitrán
de mis pulmones:
humo espeso. El tiempo
¡cómo se escurre el tiempo
en el reloj
tan deprisa!
Guardado
apresuradamente en
los cajones. Carbonizado
como el cenicero.
Vienen los segundos
minutos,
horas y semanas
acumuladas. Las memorias
se guardan aparte
en un rincón oculto
de la estantería. Otros
como fotografías:
son álbumes para el recuerdo
de lo que no es.
Los primeros,
de lo que pudo haber sido.
Y luego, el cancionero
de voces
que van perdiendo tono
con los segundos,
minutos y horas
hasta perderse para
imaginarse
cómo se oían.
De todo lo acumulado
nada se esconde
como el humo
encendido bajo el
letrero
aquí no se fume.