Debo haberte conocido
en el Himalaya
cuando en lo alto del Ganges era cristalino.
Debo haber purificado mi alma
milenaria e infinita
Debo haber muerto mil vidas
para llegar a conocerte
y brindarte mis manos peregrinas
que se llenaran de mariposas
de guirnaldas y glicinas.
Voy a devolverte la alegría
voy a brindarte mi dulzura
y será tuyo mi verano
en las tardes de enero.
Llegaran las golondrinas
cuajadas de rocío
y volaran como las grullas en formación
para hallar la bendición del universo expandido.
Será porque desde mi mundo de romántica y de loca
escucho todos los días
esta melodía que al pie te dejo.