Annabeth de León

Belleza Elegida (Poemas Davídicos III)

“David, Belleza Elegida”

Era pastor, y el campo lo vestía 
con luz dorada y perfume de rocío; 
su canto era suave, su paso sencillo, 
y en su mirada, Dios ya lo bendecía. 

Sus manos tejían paz entre los rebaños, 
pero sabían blandir la valentía; 
bello y dulce joven, su alma ya sabía 
que su ser se eterniza con los años...

Tenía el rostro como el sol naciente, 
y el corazón como un templo escondido; 
su belleza era deseable tesoro elegido
como el fulgor de la pasión inocente. 

Los hombres lo miraban admirados, 
las doncellas con suspiros escondidos; 
su voz y eco deleitaban los sentidos,  
un fuego hermoso sus ojos delicados.

Así es David, belleza consagrada, 
que no se compra ni se desvanece; 
pues hay rostros que el tiempo no envejece 
cuando a la Belleza no la vence nada...

Annabeth Aparicio de León 

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