Paseo por los intervalos de los recuerdos,
intentando descubrir un punto existencial
para descifrar mí destino de poeta marginal.
Camino en la cuerda floja,
donde me encuentro con amaneceres rojos;
tengo una luna oxidada
alumbrando mis noches de insomnio.
Busco los seres alados,
para nutrir mis renglones
que dan vida a la página en blanco,
ahí los deseos de sobrevivir
me atan a una creencia abstracta…
Más allá de eso,
un pequeño latido me habla en mi corazón
e innumerables ideas
brotan de la escritura automática,
que es la fuente de mi poesía.
Entonces duermo o muero, no lo sé…
Un sonido ronco, de una memoria escasa
me sitúa en un planeta póstumo.
Añoro los buenos versos de adolescente,
los besos de primavera
que plasmaron una semántica nueva
y llenaron de fuegos incandescentes,
el horizonte…