No me enseñaron
a esquivar los obstáculos
y a volverle la espalda
al crudo miedo.
A ese miedo de mí,
cuando me dejo.
Debo esconderme entonces,
en los vericuetos que me encuentre
y en la penumbra de la media noche.
Esperar que amanezca
y entender que me he acostumbrado.
Nadie me dijo, cómo cuidarme
de la vida cuando hace frío.
L.G.